

El psicoanálisis (del griego ψυχή [psykhé], alma o mente y ἀνάλυσις [análysis], análisis, en el sentido de examen o estudio) es una práctica terapéutica fundada por el neurólogo austríaco Sigmund Freud alrededor de 1896. A partir del psicoanálisis se han desarrollado posteriormente diversas escuelas de psicología profunda o de orientación dinámica y analítica. Asimismo, la teoría ha influido sobre muchas otras escuelas psicológicas y de terapias no necesariamente psicoanalíticas.
El concepto de «psicoanálisis» designa, por una parte, aquel modelo teórico descriptivo y explicativo de los mecanismos, procesos y fenómenos implicados en la vida anímica humana. Este modelo se basó inicialmente en la experiencia de Sigmund Freud en el tratamiento clínico de pacientes que presentan neurosis, fobias y diversos padecimientos psíquicos y ha tenido un amplio desarrollo teórico posterior con el aporte de muchos teóricos del psicoanálisis. Por otra, «psicoanálisis» se refiere también a la terapia psicoanalítica misma, es decir, a un conjunto de procedimientos y técnicas terapéuticas que se desarrollan a partir de esta teoría para el tratamiento de conflictos psíquicos. Finalmente, «psicoanálisis» puede referirse además al método psicoanalítico: un método de investigación que ha sido aplicado, más allá de la psicología clínica individual, al análisis de fenómenos culturales, por ejemplo en etnología y antropología (entre otras disciplinas). El desarrollo del psicoanálisis es permanente en estos tres aspectos por parte de investigadores y clínicos, si bien cabe remarcar que tal segmentación del campo psicoanalítico no puede ser otra cosa que una esquematización descriptiva, y que en ningún caso da cuenta de la estructura propia del psicoanálisis donde teoría y práctica se encuentran ligadas sin que pueda darse la una sin la otra. Freud sostuvo que una de las glorias del psicoanálisis era la coincidencia de investigación y tratamiento,1 si bien aclara que la técnica de ambas difiere. El psicoanálisis moderno se caracteriza por el pluralismo teórico, metódico y terapéutico. Si el psicoanálisis puede ser considerado una teoría científica es un asunto que en círculos académicos y profesionales continúa siendo controvertido.
La definición clásica de Freud nota 1 incluye, según resumen Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis, los siguientes tres aspectos:
A) Un método de investigación que consiste esencialmente en evidenciar la significación inconsciente de las palabras, actos, producciones imaginarias (sueños, fantasías, delirios) de un individuo. Este método se basa principalmente en las asociaciones libres del sujeto, que garantizan la validez de la interpretación. La interpretación psicoanalítica puede extenderse también a producciones humanas para las que no se dispone de asociaciones libres.
B) Un método psicoterápico basado en esta investigación y caracterizado por la interpretación controlada de la resistencia, de la transferencia y del deseo. En este sentido se utiliza la palabra psicoanálisis como sinónimo de cura psicoanalítica; ejemplo, emprender un psicoanálisis (o un análisis).
C) Un conjunto de teorías psicológicas y psicopatológicas en las que se sistematizan los datos aportados por el método psicoanalítico de investigación y de tratamiento.
La psicología analítica, también conocida como psicología de los complejos y psicología profunda, es la denominación oficial dada en 1913 por el médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo Carl Gustav Jung a su propio corpus teórico y clínico, y al de sus seguidores, diferenciándose así del psicoanálisis freudiano, ante las discrepancias conceptuales existentes centradas fundamentalmente en las teorías de la libido, el incesto, la energía psíquica y la naturaleza del inconsciente
Etapa psicoanalítica: Freud y Jung
Las investigaciones iniciadas por Jung sobre el inconsciente fueron emprendidas en la clínica psiquiátrica universitaria Burghölzli de Zúrich, dirigida entonces por Eugen Bleuler, y a la que accedería en noviembre de 1900. Este hecho hizo que conociese a Sigmund Freud y que de este modo entrase en contacto con el psicoanálisis, etapa que duraría desde 1906 hasta la Primera Guerra Mundial (1914). Es durante este período cuando el psicoanálisis inicia su organización y expansión internacional bajo la tutela de Jung, nombrado presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional en 1910, y ejemplificándose por el viaje en 1909 a los Estados Unidos con Freud y Sándor Ferenczi.
Ruptura con Freud
Serán dos de las obras de Jung las que recojan las diferencias progresivas que se irán suscitando respecto de quien en su momento le nombrara su sucesor y heredero:
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Razones personales y conceptuales, expresión estas últimas de sus desavenencias científicas respecto a la temática del incesto y la noción de libido, serán desplegadas a lo largo de la obra Transformaciones y símbolos de la libido (1911-1912), reelaborándose en 1952 bajo el título Símbolos de transformación.2
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Crítica de la concepción freudiana como reduccionista a través de la obra Ensayo de exposición de la teoría psicoanalítica (1913/1955), constituyéndose en el desencadenante final de la ruptura a instancias de Freud.3
La siguiente cita de Nietzsche dirigida por Jung a Freud permite entrever el posicionamiento personal que éste estableció respecto del fundador del psicoanálisis
Se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre discípulo. ¿Y por qué no vais a deshojar vosotros mi corona? Vosotros me veneráis: ¿pero qué ocurriría si un día vuestra veneración se derrumba? ¡Cuidad de que no os aplaste una estatua! No os habiais buscado aún a vosotros: entonces me encontrasteis. Así hacen todos los creyentes: por eso vale tan poco toda fe. Ahora os ordeno que me perdáis a mí y que os encontréis a vosotros; y solo cuando todos hayáis renegado de mí, volveré entre vosotros.Nietzsche, Así habló Zaratustra, cita hecha por Jung a Freud, 1912.
Importancia del presente
Inicialmente Jung postularía la influencia existente de los factores contemporáneos en el desarrollo de la esquizofrenia, se producirían algunos cambios físicos que explicarían también el desarrollo de esta enfermedad, con lo cual relativiza ya de entrada la preeminencia de los factores históricos en la fundamentación freudiana. Y aun cuando Freud no disentía en esta peculiaridad sí que lo haría en términos generales, dada la focalización de Jung en resaltar, respecto del campo de estudio de las neurosis, el presente en detrimento del pasado.
Escuelas de Psicoterapia
Las principales escuelas en el mundo de la psicoterapia actual son las siguientes:
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Escuela cognitiva. De esta se desprenden diversos enfoques psicoterapéuticos, entre los que destacan los siguientes:
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terapia cognitivo-conductual (CBT, en inglés);
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terapia de aceptación y compromiso (ACT);
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Terapia Dialéctica-Conductual (DBT).
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Escuela psicodinámica. De esta se desprenden diversos enfoques psicoterapéuticos, entre los que destacan los siguientes:
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psicoanálisis
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psicoanálisis lacaniano
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terapia psicoanalíticamente orientada y
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Terapia Psicodinámica.
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Escuela sistémica. De esta se desprenden diversos enfoques psicoterapéuticos, entre los que destacan los siguientes:
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escuela estructural
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escuela estratrégica
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escuela de Milán
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escuela intergeneracional
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terapia centrada en soluciones y
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Terapia Narrativa.
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Escuela humanista. De esta se desprenden diversos enfoques psicoterapéuticos, entre los que destacan los siguientes:
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psicoterapia humanista orientada en la persona o el cliente
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Psicoterapia Humanista.
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A cada una de estas concepciones, para cada una de las escuelas o corrientes, se las llama en conjunto «psicoterapia». Además, el término psicoterapia no presupone una orientación o enfoque científico definido, siendo considerado denominativo de un amplio dominio científico-profesional especializado, que se especifica en diversas orientaciones teórico-prácticas.
Existen diversos organismos nacionales e internacionales en al menos 30 países del mundo. Cada uno de estos organismos genera diversas acciones en pro de la calidad ética y científica de los profesionales que realizan esta actividad así como del avance general de la psicoterapia como quehacer profesional. En España la entidad acreditadora más antigua tanto de psicoterapeutas como de programas de formación en psicoterapia es la Federación Española de Asociaciones de Psicoterapia (FEAP).1 Desde esta entidad se entiende por psicoterapia todo tratamiento de naturaleza psicológica que, a partir de manifestaciones psíquicas o físicas del sufrimiento humano, promueve el logro de cambios o modificaciones del comportamiento, la adaptación al entorno, la salud psíquica y física, la integración de la identidad psicológica y el bienestar bio-psico-social de las personas y grupos tales como la pareja o la familia. Por lo tanto, el término psicoterapia no presupone una orientación o enfoque científico definido, siendo considerado denominativo de un amplio dominio científico-especializado, que se especifica en diversos y peculiares orientaciones teóricas, prácticas y aplicadas. Las intervenciones terapéuticas son de naturaleza fundamentalmente verbal y persiguen la reducción o eliminación de los síntomas, a través de la modificación de patrones emocionales, cognitivos, conductuales, interpersonales o de los sistemas en los cuales vive inmerso el individuo.
Dentro de la psicoterapia existe una gran diversidad de corrientes, enfoques y conceptos teóricos aplicados al ámbito psicoterapéutico, que dan origen a otras tantas maneras de establecer este contexto de comunicación (llegando incluso a configurarse distintos paradigmas).
Sin embargo, dos características que unifican a la psicoterapia son:
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El contacto directo y personal entre el psicoterapeuta y quien le consulta, principalmente a través del diálogo.
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La calidad de «relación terapéutica» del contexto de comunicación, esto es, una relación de ayuda destinada a generar un cambio en quien consulta.
Debido a la naturaleza de las comunicaciones que se establecen dentro de esta relación, hay temas significativos de privacidad o confidencialidad de la información intercambiada, que remite a consideraciones éticas para el ejercicio de la psicoterapia (código deontológico). Por esto, la habilitación de quienes pueden ejercer la psicoterapia requiere de un proceso de entrenamiento guiado por terapeutas que cuentan con mayor tiempo de experiencia o estudios dentro del campo respectivo.
A principios del siglo XXI la relación entre el psicoterapeuta y el cliente comenzó a efectuarse a través de internet generando una nueva modalidad de intervención llamada ciberpsicoterapia.
Escuelas Y Enfoques
Las distintas corrientes psicoterapéuticas se han ido desarrollando hasta la actualidad en la misma medida en que se han ido profundizando las líneas teóricas que las sustentan. En cada una de ellas existen elementos comunes que estarán descritos de manera explícita o que estarán implícitos en sus postulados iniciales. Estos pueden resumirse de la siguiente manera:
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Una cierta conceptualización del «comportamiento humano normal» o «sano».
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Una cierta conceptualización del «comportamiento humano no-normal».
Una Metodología Específica Para La Generación De Cambios.
Sin embargo, también es posible encontrar elementos diferenciadores entre una y otra escuela de psicoterapia, que se corresponden con énfasis distintos en sus conceptualizaciones iniciales, o lo que es lo mismo, diferencias de «concepción de mundo» que afectan los roles de los implicados en el contexto psicoterapéutico.
Esta variedad de corrientes y escuelas tiene su origen en las distintas formas de comprender la experiencia humana, la salud o enfermedad, metodología utilizada y, muy especialmente, al contexto socio-histórico de donde fue creada. En este sentido, algunas escuelas o grupo de escuelas suponen verdaderos paradigmas que no permiten mezclar las unas con las otras fácilmente. Claro ejemplo de ello (salvo algunos intentos históricos o prácticos), es la psicología conductual y el psicoanálisis de Freud, que difieren tanto en sus postulados básicos que resultan inconciliables. Sin embargo, actualmente existen terminología especializada que permite hablar del mismo fenómeno desde distintas corrientes teóricas, alcanzando así ejes comunes que permiten dar solidez al ejercicio de las psicoterapias.
Como la enumeración de diferenciaciones entre una y otra escuela de psicoterapia puede llegar a ser demasiado extensa, resulta más clarificador centrarse en las características de las grandes líneas de psicoterapia surgidas hasta hoy, y cómo estas se han ido desarrollando hasta ahora.
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Líneas tradicionales:
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La línea psicoanalítica;
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La línea conductual y la cognitivo-conductual;
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La línea humanista.
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Líneas modernas:
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Línea construccionista
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Línea constructivista
Estas líneas o corrientes psicoterapéuticas siguen desarrollándose y definiéndose a partir de sus avances teóricos y prácticos (es decir, desde la investigación, el desarrollo teórico y la acumulación de datos clínicos). En realidad existe cierto salto entre la psicología puramente teórica y la psicología clínica, en el sentido de que la mayoría de los psicólogos clínicos suelen llevar a cabo determinadas prácticas que se encuentran enmarcadas en cada orientación teórica.
Este hecho sucede porque, como es bien conocido con independencia de la corriente psicoterapéutica, es la relación e interacción entre el psicoterapeuta y el «cliente» lo que permite explicar una parte muy importante de los efectos de la terapia. Lo cual no implica que la corriente teórica sea prescindible, sino que existe una reciprocidad entre la práctica clínica y la corriente teórica de mutuo desarrollo. De hecho, no podría ser de otro modo, ya que conforme se van haciendo explícitos los efectos que permiten optimizar la psicoterapia, estos se irán incorporando a cada una de las corrientes teóricas desde sus respectivos enfoques.
Más aún, hoy día es un momento especialmente importante, ya que los límites entre las distintas corrientes teóricas psicoterapéuticas empiezan a diluirse y, de hecho, la psicología clínica empieza a usar una serie de terminología que permite hablar de los mísmos fenómenos desde distintas posturas teóricas: por ejemplo, el insight, la experiencia emocional correctiva o la transferencia. Son conceptos surgidos desde una sola corriente que, al evidenciarse la existencia del fenómeno, se redefine conceptualmente en cada perspectiva teórica.
Este movimiento integrador dentro de la psicoterapia pretende, más que generar modelos teóricos nuevos, integrar tanto en el plano epistemológico, teórico y técnico elementos de diferentes escuelas psicológicas. Esto puede llevarse a cabo desde distintas concepciones: integrar teorías, eclecticismo técnico (usar las técnicas eficaces sin atender a su origen teórico) o incluso seleccionar directamente qué perspectivas son útiles para qué tipo de problemas o diagnósticos.
Las potencialidades del hombre
Jung no solamente señalaba la importancia del presente, sino que a su vez requería atención en las potencialidades del hombre, con lo que a su interés por la contemporaneidad se aunaba también su necesidad de comprender el futuro. No se trataba tanto de disentir como de completar un cuadro de estudio a todas luces insuficiente y unilateral, huyendo en definitiva de toda tendencia mecanicista y reduccionista. Tan importante es la historia personal como las metas e intenciones de un individuo. De ello se deduce que el ser humano en Jung, a diferencia del de Freud, tienda más hacia la creatividad, sea menos pasivo ante los condicionamientos infantiles y/o ambientales, y se le considere más optimista. Aunque también Freud exhortaba a Jung sus vanos intentos en la búsqueda de lo espiritual y en tratar de imprimir a su psicología un caracer sacerdotal.6
Élan vital y libido
Para Jung, el concepto de libido definiría una energía vital de carácter general que adoptaría la forma más importante para el organismo en cada momento de su evolución biológica (alimentación, eliminación, sexo), alejándose por tanto de la conceptualización freudiana acerca de una energía predominantemente sexual concentrada en diferentes zonas corporales a lo largo del desarrollo psicosexual del individuo
Revisión de la conflictiva edípica
Dicha modificación en los pilares de la teorización analítica dio como resultado, al igual que con otros disidentes de la ortodoxia freudiana, una revisión y reinterpretación de lo contemplado hasta ese momento. De este modo, el conflicto edípico dejaría de sustentarse en la sexualidad y adquiriría otra fundamentación. Si para Freud, en la antesala de la reactividad del niño respecto de sus figuras parentales reside una sexualidad poliédrica, para Jung, el artífice central de la obra es un Élan vital, una figura neutra y difuminada entre bambalinas, que encubiertamente va tiñiendo todas y cada una de las manifestaciones progresivas del escenario de la vida. Así, si inicialmente las funciones nutritivas orquestan la actitud del niño hacia la madre, será posteriormente, al ser presentado en sociedad el principado de la sexualidad, cuando dichas funciones se recubran y combinen con sentimientos sexuales. Combinadas con estos sentimientos existirían además «ciertas predisposiciones primitivas e inconscientes» que modularían la percepción maternal del infante, a modo de apercepciones o categorías kantianas. Sería la predisposición del arquetipo, en este caso el de la madre, nacido de lo inconsciente colectivo del niño, y en interacción con las circunstancias de lo fáctico, quien generaría lo real y no viceversa.
Energía psíquica
Respecto de su conceptualización de la energía psíquica creía que ésta era tanto o más indestructible que la energía física. Postulaba que toda energía invertida en una función psíquica provocará su disminución paulatina en favor del incremento de su disponibilidad para cualquier otra función. Toda desaparición energética en un sistema psíquico conllevaría por tanto su reaparición en algún otro. Esta afirmación es muy semejante a los postulados energéticos freudianos, como queda patente en la teoría de la sublimación donde la sexualidad es redirigida hacia la creatividad artística. Por otra parte, Jung no creía en la constancia de la cuantía energética disponible. Siempre existe un intercambio con el mundo exterior que impide alcanzar por completo un estado de equilibrio, o como mínimo, un equilibrio persistente en el tiempo. Se podría contemplar más adecuadamente el funcionamiento de la energía psíquica como formando parte de un sistema dinámico y funcional donde lo único que sería constante es el intercambio energético entre sistemas o estructuras psíquicas, tendiendo siempre la
direccionalidad de dicho movimiento desde los puntos más elevados de energía hacia los más bajos, es decir, y retomando a Freud, desde un sistema catectizado libidinalmente hacia otro que no lo está.8 9
Resumiendo se podrían mencionar las siguientes concepciones desde el marco de una psique como sistema dinámico y energético, donde la energía psíquica o libido estaría primada por dos principios: la autorregulación y la compensación:
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La existencia de una psiquis dinámica como sistema autorregulador atravesado por la libido, en parte regresiva, en parte progresiva, y en movilidad constante. La cuota de dicha energía es constante, pero su distribución variable, pudiéndose transformar, trasladar y manifestarse bajo nuevas y diferentes formas de expresión.
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Dicha psiquis es definida como un sistema de estructura llena de contrastes. La vida psíquica consiste en el resultado final de un interjuego de pulsaciones diversas, diferentes y opuestas, resumidas en dos grupos: impulsos biológicos, o naturaleza, e impulsos espirituales, o espíritu. Existiría por tanto una contraposición de pares de opuestos dentro de una polarización mutuamente interdependiente. Si esto es así, el bienestar psíquico procede de la correcta tensión y relación de los mismos.
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La psique se definiría también como un organismo unitario donde las partes individuales se interrelacionan y determinan por medio de una relación complementaria y compensatoria orientada a la Unidad.
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Introducir finalmente el concepto de lo inconsciente colectivo y sus arquetipos, destacándose el individuo de su aislamiento y reconociéndose parte de una unidad mayor cuyo volumen y profundidad lo superan
Surgimiento y elaboración de la psicología analítica
Tras la depresión mutua ocasionada, Jung irá levantando el edificio conceptual de la psicología analítica, en primer lugar con la elaboración de una caracteriología, Tipos psicológicos (1921/1960). Esta parte de su obra irá desde la inauguración del Club Psicológico de Zúrich (1916) hasta los años 30. En ella se inscriben sus obras Dos escritos sobre psicología analítica que recoge Las relaciones entre el yo y lo inconsciente (1928), primera presentación acabada de la psicología analítica; La dinámica de lo inconsciente (1952), conjunto de sus textos teóricos fundamentales; Sobre el fenómeno del espíritu en el arte y en la ciencia; La práctica de la psicoterapia y El desarrollo de la personalidad.
Fundamentos teóricos en psicología analítica
Para exponer los conceptos fundamentales que articulan la teorización junguiana y, con ellos, la psicología analítica, hay que distinguir entre estructuras psíquicas, actitudes y funciones
Estructuras psíquicas
La psique junguiana, al igual que en el modelo freudiano, se ve estructurada por toda una serie de sistemas en constante interacción. Sin embargo, a diferencia del fundador del psicoanálisis, nos hallamos ante integrantes psíquicos distintos y una funcionalidad y dinamismo divergentes
Consciencia y Yo
Iniciando la revisión desde la consciencia y finalizando en los estratos más profundos de la psique, hallamos en primera instancia el Yo, centro nuclear de nuestra consciencia, constituyendo realmente un complejo más de los que integran el inconsciente personal pero que ha devenido consciente y rector de nuestra individualidad. El Yo de Jung equivale al componente consciente del Yo freudiano.
Inconsciente personal
En sucesión al Yo hace acto de presencia el inconsciente personal conteniendo únicamente información derivada de las experiencias personales del individuo. Recibe por tanto todo aquel material reprimido por el Yo, pudiendo invertirse la direccionalidad de tal modo que dicho contenido sea accesible a la consciencia. El inconsciente personal equivaldría a la suma del preconsciente e inconsciente freudianos.
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Complejos
Artículo principal: Complejo
Formando parte del inconsciente personal residirían los complejos. Un complejo se definiría como aquel conjunto de conceptos o imágenes cargadas emocionalmente que actúa como una personalidad autónoma «escindida». En su núcleo se encuentra un arquetipo revestido emocionalmente.
Inconsciente colectivo
Y finalmente, en lo más profundo de la psique humana hallaríamos lo inconsciente colectivo, y con ello, el último elemento de discrepancia con respecto a la conflictiva freudiana. Queda patente que mientras el modelo de inconsciente freudiano queda delimitado por lo personal, Jung amplia sus cauces «ad infinitum».Así como el elemento estructural que componía el inconsciente personal era el complejo, en el caso de lo inconsciente colectivo lo será el arquetipo.En esta región se encuentra dispuesta en forma de símbolos y predisposiciones toda aquella información heredada filogenéticamente como resultado de las experiencias universales acaecidas en el transcurso de la evolución. Los arquetipos serían por tanto predisposiciones universales para percibir, actuar, o pensar de una cierta manera.Arquetipos
De la amplia gama de arquetipos existentes, como pueden ser el nacimiento, la muerte, el héroe, el puer aeternus, dios, el senex, cinco son los que han alcanzado un desarrollo superior al de cualquier otro:
Persona
Es la máscara que se antepone en nuestro desenvolvimiento social cotidiano, pudiendo estar más o menos desarrollada, y por tanto, ocultar en mayor o menor medida nuestra personalidad real. Es masculina en los hombres y femenina en las mujeres.

Método terapéutico
El modelo psicoterapéutico junguiano se conoce también como método sintético-hermenéutico, siendo su finalidad facilitar el desarrollo del proceso de individuación o autorrealización psíquica.19 Toda individuación remite a la relación que se establece entre el Yo consciente y lo inconsciente colectivo a lo largo de la biografía del individuo. En cada momento de dicho proceso vital va emergiendo progresivamente el carácter propio o individualidad psíquica, personificada a través del arquetipo del Sí-mismo, yo nuclear tanto de lo consciente como de lo inconsciente colectivo, a diferencia del Yo fáctico y condicionado, circunscrito a la consciencia. Individuación significaría por tanto llegar a ser un individuo, llegar a ser uno mismo, una unidad aparte, indivisible, un Todo. El despliegue del Sí-mismo como articulación de arquetipos previamente diferenciados en el proceso de individuación es el objeto específico de la psicología analítica.
Los métodos más importantes aplicados por Jung y que definen su escuela podrían enumerarse en los siguientes:20
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El experimento de asociación de palabras que permite acceder a los complejos individuales.
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El análisis y la interpretación de los sueños, de las visiones y de la imaginación. Ello implicaría métodos propiamente junguianos, así como la utilización de la amplificación a través de material arquetípico del simbolismo cultural e histórico general, como ayuda a las asociaciones propias del soñante. También es propiamente junguiano el análisis de series de sueños, dado que el análisis de un sueño aislado puede inducir a error.
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El estímulo de la producción espontánea del inconsciente, en forma de palabra, signo, pintura, baile, etc.21
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La imaginación activa, que permitiría comunicarse con lo inconsciente personificando aquellas imágenes emergentes desde un estado de introspección o meditación voluntarios.22
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El sandplay o juego de arena, creado por Dora M. Kalff.
Todo proceso de individuación conlleva la constitución y diferenciación progresivas de todos aquellos representantes psíquicos, tanto complejos como arquetipos, cuya consciencia relativa es la meta de la psicología analítica.
Encuadre
El encuadre terapéutico en psicología analítica difiere del psicoanálisis en que no es asignable como opción la utilización del diván, sino que el paciente se sienta en una silla enfrente del psicoterapeuta. Se recomienda por tanto la situación cara a cara entre analista y paciente, con el fin de lograr la máxima simetría, así como la utilización de la imaginación activa para eludir en el paciente la penosa dependencia transferencial.19
No se toma por lo tanto como referencia la relación transferencial creada por el psicoanálisis clásico para la sesión clínica, considerada por Jung «degradante para el paciente y peligrosa para el terapeuta». Obviamente, para Jung la transferencia sigue siendo el problema central del análisis, pero no comparte su praxis ortodoxa. Partiendo de sus conocimientos sobre alquimia definiría la relación terapéutica «a partir de la metáfora de dos cuerpos químicos diferentes que, puestos en contacto, se modifican mutuamente».23 Siendo así, la relación que se establece entre paciente y psicoterapeuta ha de ser de colaboración y confrontación mutua. Es decir, una relación bidireccional más que unívoca dado que «nadie puede llevar a otro más allá de donde él mismo ha ido».
La duración de la sesión es de una hora, dos veces por semana, que luego pasaría a ser una vez por semana, durante unos tres años de tratamiento global.
Desarrollo posterior a Jung:
los posjunguianos
Desde la muerte de Jung en 1961 se ha producido en el campo de la psicología analítica una auténtica explosión de actividad profesional creativa. Ante dicho panorama desparramado y caótico se acuñó el término posjunguiano en un intento de equilibrar la conexión con las ideas centrales de Jung pero permitiendo y abarcando la diferenciación de cada una de las escuelas.24
Durante algunos años, entre 1950 y 1975, tan solo se constataban dos escuelas en psicología analítica, una «escuela de Londres» de orientación clínica y una «escuela de Zúrich» de orientación simbólica.
A mediados de los años setenta se produjeron toda una serie de acontecimientos que invalidaron los criterios geográficos y de supuesta mutua exclusión clínico-simbólico iniciales:
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Aumentó a nivel mundial el número de profesionales formados en la escuela de Zúrich, convirtiéndose ésta en el centro del movimiento internacional de analistas.
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Del mismo modo, la producción de la escuela de Londres generaría aceptación más allá de su localización geográfica.
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Y finalmente, a principios de la década de los setenta, surgiría un tercer grupo de analistas y escritores los cuales preferían referirse a su trabajo como «psicología arquetipal».
Llegado a este punto tendríamos ya consolidadas las tres escuelas nucleares en psicología analítica: clásica, evolutiva y arquetipal:25
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Escuela clásica: representada por Gerhard Adler, incluye lo que solía ser «Zúrich» y su ámbito simbólico. Procura en su trabajo una concordancia de conjunto con la metodología del propio Jung, pero abierta al cambio y a la evolución concomitante con la contemporaneidad.Además del propio Adler, otras autoridades relevantes serán Marie-Louise von Franz, Edward F. Edinger, Marion Woodman, Barbara Hannah, Mary Esther Harding, Daryl Sharp, Jolande Jacobi, Aniela Jaffé, Emma Jung, Carl Alfred Meier, Liliane Frey-Rohn, Mary Ann Mattoon, Polly Young-Eisendrath, Paul Brutsche, Mario Jacoby, Murray Stein, Luigi Zoja, Robert A. Johnson, June Singer, José Zavala, Jean Shinoda Bolen, Clarissa Pinkola Estés, Jules Cashford, Anne Baring, Dieter Baumann, Joseph B. Wheelwright, J.M. Spiegelman, John Layard, y otros.

Criterios de definición de la psicología analítica posjunguiana
Siguiendo los criterios de definición planteados por Andrew Samuels en su ya obra referencial Jung y los post-junguianos,26 se considera que existen seis apartados (los tres primeros teóricos y los restantes derivados de la práctica clínica), que constituyen el campo de la psicología analítica posjunguiana, y desde los cuales poder establecer un orden de prioridades para cada escuela correspondiente:
TEORÍA
El arquetipo
El sí-mismo
El desarrollo de la personalidad desde la infancia a la vejez
PRÁCTICA CLÍNICA
Análisis de la transferencia y de la contratransferencia
Vivencias simbólicas del Sí-mismo en el análisis
Elaboración de la imaginería diferenciada tal y como se presenta
Escuela junguiana clásica
El sí-mismo
El arquetipo
El desarrollo de la
personalidad desde la infancia a la vejez
Escuela arquetipal
El arquetipo
El sí-mismo
El desarrollo de la personalidad desde la infancia a la vejez
Escuela evolutiva
El desarrollo de la personalidad desde la infancia a la vejez
El sí-mismo
El arquetipo
TEORÍA
El orden de importancia concedido a cada escuela permite definir su propia idiosincrasia a la vez que ampara el marco de conjunto de lo que podríamos denominar junguiano, recordando que más allá de una exposición esquemática tipo existe una realidad dinámica y altamente compleja.
Escuela junguiana clásica
Vivencias simbólicas del sí-mismo
Elaboración de la imaginería
Análisis de la transferencia y contratransferencia
Escuela evolutiva
Análisis de la transferencia y contratransferencia
Vivencias simbólicas del sí-mismo
Elaboración de la imaginería
Escuela arquetipal
Elaboración de la imaginería
Vivencias simbólicas del sí-mismo
Análisis de la transferencia y contratransferencia